Text: Associació Catalana per la Pau

En los últimos 25 veranos, más de 700 personas se han desplazado a países del sur como parte de una brigada de solidaridad

“Conflicto es una palabra que solemos utilizar nosotros, en Occidente. Allí acostumbran a hablar de ocupación”. Es uno de los aprendizajes que destaca, de buen inicio, Agnès Ciurana sobre la brigada de la Associació Catalana per la Pau y la Fundació Pau i Solidaritat con la cual viajó hace un par de años hasta Palestina.

“El objetivo de las brigadas es acercar a las participantes a la realidad de los países acogedores desde una perspectiva abierta y plural, con la idea de generar, a la vuelta, vínculos de conocimiento mutuo y colaboración”, explica Tere Palop, coordinadora del proyecto. “Entrar en contacto con el día a día de la población y que los conflictos dejen de ser un ‘algo lejano’ que nos transmiten las noticias de vez en cuando, es un paso clave para ampliar el alcance de la sensibilización social y la presión internacional en defensa de los derechos humanos en aquellos países en los que trabajamos por la paz, como es el caso de Palestina”, añade.

“La brigada me ha permitido contar con más elementos para valorar el ‘conflicto’ en Palestina de una manera crítica. He pasado de conocer la situación en este lugar del mundo como algo abstracto que nos llega pero que no acabamos de entender a poder empatizar con casos concretos”, destaca Agnès de la experiencia.

Durante el viaje, la ciudad base suele ser Ramallah, desde donde el grupo de brigadistas viaja hacia poblaciones como Jenin, Jericho, Tulkarem, Hebrón y Jerusalén. Los voluntarios se reúnen con los principales líderes de la organización Palestinian Farmers Union y de cooperativas agrícolas para conocer en qué se concreta la vulneración del derecho a la tierra por parte del Estado de Israel.

“Solo puedes explicar lo que pasa allí cuando has tenido los pies y las manos sobre la tierra y has podido compartir ratos con las personas que viven el conflicto”, valora Alba Farràs, con la experiencia de su brigada, en el verano de 2018, todavía muy presente y sentida.

“Después de la experiencia de dos semanas en el Valle del Jordán, puedo decir que hacer una brigada ha sido de las mejores decisiones que he tomado nunca”, añade.

Durante el recorrido, también se entrevistan con otras asociaciones palestinas, grupos de mujeres, organizaciones sindicales y activistas de la campaña Stop the Wall. Unas fuentes que permiten poner vivencia cotidiana a la resistencia del pueblo palestino. “De la mano de colectivos y personas que luchan por la libertad del pueblo palestino, por el empoderamiento de las mujeres y por la lucha de los trabajadores pudimos acceder a ámbitos que viajando de otro modo probablemente no hubiéramos podido conocer”, reflexiona Agnès.

“Hicieron falta solo unos minutos para que, poco a poco, fuera rompiéndose el hielo propio de los primeros encuentros y descubrir, así, que aquellas mujeres que habían pasado por tanto -a causa de la ocupación, pero también por duras circunstancias personales- eran capaces de afrontar su día a día con fortaleza y humor. Tan divertidas, tan llenas de vitalidad y, sobre todo, portadoras de grandes aprendizajes de vida que compartieron con nosotros”.

Es uno de los fragmentos que recoge el apartado de actualidad de la web Un estiu de solidaritat, una de las herramientas del proyecto para amplificar la experiencia de los y las brigadistas en Cataluña.

“Dia dice que hace tiempo que tiene claro que la violencia no es el camino, pero que, a veces, se te enciende la sangre y no ves otra salida. Como cuando Israel atacó Gaza en 2014 y se te rompe el corazón al saber que han asesinado a tantos inocentes, niños sobre todo, y la rabia te lleva a ti y a tus amigos a incendiar instalaciones militares. Y vuelves una y otra vez, hasta que te atrapan y vas a la prisión. Nos lo explica con una mirada tranquila, sin remordimientos, convencido de que la lucha, ahora, pasa por dar a conocer la situación que viven los palestinos, tal y como está haciendo con nosotros, mientras conversamos en la azotea de su casa”. Así lo recoge en el blog Rosa Mercader, otra de las brigadistas recientes.

Brigadistas que se convierten en parte de la lucha librada fuera del país. Al volver a Cataluña, difunden todo aquello aprendido. Un compromiso para ampliar la franja social crítica con la vulneración de derechos humanos, económicos y sociales en Palestina y contribuir, así, a la presión internacional que suma bastante a la resistencia. Tal y como el pueblo pide, más allá de sus fronteras.

Es lo que hace, hoy, Agnès, como otras muchas personas que han formado parte de un Brigada de Solidaridad, a través de encuentros y charlas, compartiendo la experiencia con hombres y mujeres que se convertirán, también, en brigadistas.

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