Siete intérpretes, bajo una luz tenue y con una escenografía sobria, hablaron, desde Barcelona, en nombre de 68 millones y medio de personas en el mundo, según la última cifra que facilitó el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) el pasado 2018.

A todas ellas las une su condición vital actual: son refugiadas. Este fin de semana, la compañía de circo palestino Palestinian Circus School (PCS) alzó la voz por todas ellas para que la sociedad no las olvide y tome conciencia de qué supone vivir sin hogar, privado de recuerdos y posesiones y, en muchos casos, lejos de los seres queridos.

Este era el objetivo principal que pretendía conseguir el espectáculo SARAB (‘espejismo’ en árabe), fruto de un intenso trabajo de investigación e introspección de los miembros de la compañía. Alaa, Ahmed, Mohammed, Nour, Hazar, Marah e Isam hablaban en nombre de todos los refugiados y, a la vez, como parte de este colectivo ya que PCS, nacida en el año 2006, trabaja con refugiados palestinos.

Tal y como explicaron los siete interpretes acompañados por el cofundador de PCS, Shadi Zmorrod, su obra es el resultado de la profunda documentación y de muchas conversaciones con refugiados de todas partes para conocer qué sentimientos son comunes y cuál es la situación de todos ellos. Por esto, uno de los leitmotiv de la función era una maleta, icono del periplo que viven todas las personas refugiadas, que empieza en el momento en el que deben abandonar de manera precipitada su casa y sólo se pueden llevar lo que les cabe en un objeto tan minúsculo. Huir a toda prisa implica poner un punto y aparte a tu vida. Adoptar la condición de refugiado provoca que todo pase a un segundo plano y se interrumpa, como sucede con la boda que se representa en SARAB.

Los más de 600 espectadores que llenaron por completo el Ateneu Popular 9 Barris el sábado y el domingo, pudieron sentir en primera persona el miedo, la desesperación y la angustia que sienten los refugiados, y entendieron las trabas que les pone la administración en el intento de rehacer sus vidas. De hecho, uno de los momentos más cautivadores de la función fue justamente la recreación de los obstáculos legales con los que se encuentran los refugiados a la hora de pedir asilo o hacer cualquier trámite institucional, escenificado con el rechazo o el lanzamiento de las peticiones de asilo que reciben los países europeos, principalmente.

Gracias a la buena afluencia de público, tanto PCS como la Associació Catalana per la Pau creen haber logrado el objetivo principal de SARAB y del proyecto en el que se inscribe, Palestina Batega: dar la voz al pueblo palestino a través de las diferentes expresiones culturales, como la música, el teatro, el cinema, el circo o la poesía.

Con tal de hacer llegar su mensaje al máximo nombre de ciudadanos catalanes posibles y crear sinergias culturales, PCS ha llevado a cabo diferentes visitas a otras compañías de circo como La Central del Circ, el Circ Cric o el Centre de les Arts Rogelio Rivel. Asimismo, los componentes de Palestinian Circus School han podido visitar el Kasal de Joves Roquetes; han descubierto Palestina y su situación a niños de diferentes espacios de ocio juveniles a través de una iniciativa con Quart Món; y han conversado con alumnos de la Escuela Antaviana.

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