La ocupación del territorio palestino durante 50 años por parte de Israel obedece a una lógica de ingeniería demográfica y anexión territorial, tanto de iure como de facto. La fragmentación del territorio ha tenido como consecuencia la separación política y el aislamiento geográfico recíprocos de Cisjordania, Jerusalén Oriental y Gaza, e imposibilita la libertad de circulación interna de los palestinos y las palestinas.



Actualmente, el territorio del pueblo palestino es el 22% de la Palestina histórica. El estado de Israel tiene el otro 78% de la región geográfica. La realidad de Cisjordania es que está ocupada por el ejército israelí, donde el gobierno de Israel ha autorizado la instalación de asentamientos con más de 400.000 colonos judíos llegados de Europa del Este y de los Estados Unidos, y controla así el 42% del territorio de Cisjordania, incluidos buena parte de municipios y cauces de comunicación.
La ocupación afecta a todos los aspectos de la vida de la población palestina e impide el desarrollo económico y social del Estado palestino; se prohíbe la construcción de viviendas y de infraestructuras; se destruyen las existentes; se fomenta la inmovilidad de personas y mercancías; se deniega el acceso a las fuentes naturales de agua; se bloquea el acceso a la atención médica… Todo esto tiene como objetivo fomentar la migración de las personas palestinas.
Para reforzar esta separación entre los dos países y la inmovilización de la población palestina en Cisjordania, desde el año 2000 el gobierno israelí construye el Muro, una enorme valla de cemento y alambre que rodea Cisjordania y la aísla del mundo.
En Gaza, la crisis humanitaria se ha agudizado hasta el punto de constituir una catástrofe humana. Gaza ha soportado tres guerras destructivas en 2008-2009, 2012 y 2014. Israel ha impuesto, desde el 2007, un bloqueo general de las fronteras terrestres, marítimas y aéreas, hecho que constituye una forma de castigo colectivo prohibido por el derecho internacional.
La Associació Catalana per la Pau empezó a actuar en Palestina en 2001. En este tiempo, hemos trabajado tanto en el ámbito de la acción humanitaria, con varios proyectos de emergencia en el campo sanitario, como en el de cooperación al desarrollo. Hemos consolidado una sólida relación con el movimiento campesino que ha sido fundamental para que implementáramos cuatro proyectos orientados a la mejora de las capacidades productivas de organizaciones de base, tanto en Cisjordania, originariamente, como en la Franja de Gaza, en la última etapa. Además, se han abierto escenarios de colaboración con organizaciones de mujeres.
En Cataluña, nuestro trabajo ha consistido especialmente en dar a conocer la situación de ocupación y sus consecuencias. El instrumento que hemos priorizado han sido las Brigadas de Solidaridad. En paralelo, durante los últimos cursos hemos colaborado con la Universidad de Barcelona en la organización de seminarios y hemos participado esporádicamente en algunos espacios de coordinación con otras organizaciones para la realización de iniciativas conjuntas.