Texto: Associació Catalana per la Pau

Esta localidad de Cisjordania está parcialmente ocupada por colonos y controlada por centenares de soldados israelíes, que hacen casi imposible la vida a aquellas personas que allí resisten.

El territorio palestino de Cisjordania y Jerusalén Este está ocupado por más de medio millón de colonos israelíes. Teniendo en cuenta que la población palestina total es de 5 millones, la cifra es bastante elevada, y ha ido aumentando con el tiempo, a causa de la impunidad de que disfrutan las colonias que se van apropiando de las tierras palestinas sin ninguna actuación por parte del gobierno de Israel.

La ciudad y los alrededores de Hebrón, o al-Khalil en árabe, al sur de Cisjordania, fueron un nodo económico muy importante; desde la ocupación judía en 1967 es la zona con la presencia de colonos y militares más elevada de todo el país. Desde la segunda intifada en el año 2000, esta ocupación está creciendo y se vuelve muy evidente y agresiva. Las restricciones de Israel y los sabotajes de la misma población colona hacia la palestina (golpes de piedra en las ventanas o lanzar desechos en las casas, entre otras prácticas) han convertido Hebrón en una ‘ciudad fantasma’, según explican las mismas personas que la habitan, puesto que mucha gente se ha visto forzada a abandonar sus comercios o viviendas.

Según datos de una encuesta realizada por B’Tselem (Centro Israelí de Información por los Derechos Humanos a los Territorios Ocupados), 1.041 viviendas, un 41,9% del total del centro histórico, fueron abandonadas hasta el año 2007, y 1.829 de los locales comerciales están ahora mismo cerrados. Esto representa un 76,6% de las tiendas y, como mínimo, 440 de los cierres fueron bajo orden militar.

La vida cotidiana es la resistencia: dentro de la ciudad, el acoso es constante, puesto que el asentamiento judío está situado en su centro y los colonos y los soldados armados con metralletas se pasean, a menudo intimidando a las personas que habitan en la zona.

Además, los controles injustificados, detenciones o cacheos son frecuentes, y para moverse por la ciudad se tienen que atravesar checkpoints que rodean la zona ‘ocupada’ (a pesar de que hay presencia militar en toda la ciudad), donde viven 30.000 de los 120.000 habitantes, lo que provoca que ir a la escuela, a trabajar, a comprar, a la mezquita o simplemente circular se convierta en un camino lleno de trabas.

En una forma de violencia que muchas veces acaba siendo física y mortal.

Según International Solidarity Movement, en noviembre de 2015 murieron 43 jóvenes palestinos por ataques armados de soldados israelíes y 1.900 resultaron heridos. Estos ataques son fruto de las nuevas medidas de seguridad aplicadas por el estado de Israel, para aplacar las muestras de resistencia de los habitantes de la región. En las poblaciones de los alrededores, donde viven unas 4.000 personas, también hay un acoso militar desmesurado, con el agravante de que son núcleos pequeños y es, por lo tanto, más difícil hacer frente al control y la violencia. La zona del sur de Hebrón es considerada la más vulnerable de toda Cisjordania.

En 1980 se declaró “zona militar cerrada”, rodeando a 14 pueblos; más tarde se expulsó temporalmente a la mayoría de habitantes cuando pasó a ser “zona de fuego”, y en 2012 se anunció la destrucción del resto de pueblos (9), que de momento resisten de forma organizada.

La estrategia del estado de Israel recuerda al colonialismo británico de 1940: se prohíbe la construcción de centros escolares o sanitarios, así como la pavimentación de calles o el abastecimiento de agua y electricidad.

En 2013, Naciones Unidas, a través de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, avisaba de que las familias integrantes de estas comunidades, que no pueden construir legalmente en su territorio, están viviendo por debajo de los estándares básicos de vivienda.

Incluso recoger el agua de lluvia es imposible: las fuerzas de Israel destruyen las cisternas que se construyen para almacenarla. Por este motivo, desde la Associació Catalana per la Pau apoyamos a organizaciones como Palestinian Farmers Union, que está promoviendo el uso de sistemas de almacenamiento de agua para el riego de cultivos ecológicos, que permitan hacer frente a estas imposiciones en la región y en todo el territorio ocupado.

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