Desde hace décadas, el conjunto del mundo árabe se encuentra inmerso en un escenario de guerras y conflictos. Una situación que comporta una gran precariedad para la mayoría de las poblaciones que lo conforman y, de manera especial, para las mujeres, que se convierten en un colectivo vulnerable por la falta de protección jurídica, social y económica que sufren; a menudo expuesto, también, a la violencia de género. Inevitablemente, el rol de las asociaciones y redes de mujeres en estos países se torna capital a la hora de luchar por un mayor reconocimiento y denuncia de esta realidad.

En este contexto y por segundo año, la Associació Catalana per la Pau organizó el 29 y 30 de noviembre de 2016 las jornadas ‘De viva voz: las mujeres en el mundo árabe’, con la presencia de Ilham Makki Hammadi, miembro de la Junta Directiva de la asociación iraquí Al-Amal; Layla Hamarneh, directora de proyectos de Arab Women Organization (AWO) en Jordania; Hanan Salman, directora de Palestinian Women Developing Centre (PWDC); y Khadije El Husaini, secretaria general de la Liga de los Derechos de la Mujer en el Líbano (LLWR).

Paralelamente, con la voluntad de hacer llegar a diferentes poblaciones del territorio catalán la voz de las mujeres árabes, se convocaron una serie de conferencias en Vic, Santa Coloma de Gramenet, Castelldefels y El Prat de Llobregat. ‘Voces, Mujeres, Refugiadas. La situación de las mujeres refugiadas en Jordania y en el Líbano’ se enmarca en una campaña de la ACP puesta en marcha con el fin de proporcionar ayuda humanitaria urgente a las personas que llegan refugiadas a estos dos países, y en la cual  colaboran la Fundació Pau i Solidaritat de CCOO y la Associació Catalunya-Líban, con el apoyo del Fons Català de Cooperació al Desenvolupament y de diferentes ayuntamientos catalanes. Layla Hamarneh y Khadije El Husaini fueron las encargadas de realizar estas charlas.

Ilham Makki Hammadi (Irak)

Es miembro de la Junta Directiva de la asociación iraquí Al-Amal. Antropóloga y especialista en género, con énfasis sobre la situación de violencia contra las mujeres y su participación política en espacios de decisión. Ha liderado numerosas investigaciones sobre la situación de la mujer árabe y el fenómeno del trabajo forzado que sufren los niños en su país.

Habló de las diferentes formas de violencia que afrontan las mujeres tanto en Irak como en los países vecinos (Siria, por ejemplo). “Tenemos que tener en cuenta que no son prácticas que surjan estrictamente de contextos de violencia –a pesar de que ciertamente las agudizan–, sino que ya existían antes: poligamia, matrimonios prematuros, violencia de género, violencia doméstica, limitación de las oportunidades para las mujeres, etc.”.

Unas formas de violencia que, asegura, reposan sobre fundamentos culturales, sociales y también legales (estos últimos agravados por el extremismo político a través de la aprobación de leyes que discriminan abiertamente a las mujeres).

Ilham Makki

Makki Hammadi explicó que en abril de 2014 el gobierno iraquí aprobó un Plan de Acción Nacional para la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad en base al Plan Estratégico Nacional para el empoderamiento de las mujeres. “Desgraciadamente, este plan no ha sido implementado debido a los cambios políticos y parlamentarios que se han sucedido y de la falta de asignación del presupuesto necesario para su despliegue”.

Ante esto, numerosas organizaciones de la sociedad civil llevaron a cabo una campaña de presión que culminó, finalmente, en mayo de 2015 con la aprobación de un plan de contingencia para la puesta en marcha de esta resolución, teniendo en cuenta el aumento de casos de violencia contra las mujeres, de tráfico de personas y de esclavitud producido desde la entrada de ISIS al país un año antes. Una ocupación que ha afectado también a muchas minorías (cristianos, yazidíes, turkmenos), provocando asesinatos y éxodos masivos.

Este papel clave de las organizaciones civiles iraquíes es el que quiere resaltar Makki Hammadi. “Desde 2003, las entidades se han convertido en un actor determinante y esto es un indicador positivo de un cambio incipiente en la política del país”, reflexiona. Desde asociaciones como la suya, organizan encuentros con comités parlamentarios para colaborar en la elaboración de proyectos que garanticen la seguridad y la protección de las mujeres en las leyes y en las políticas públicas.

“No ha sido fácil implementar proyectos de empoderamiento, pero nos hemos esforzado para dar respuesta a las necesidades de las mujeres, siempre teniendo en cuenta el contexto y sin entrar en conflicto con el resto de la familia o de la comunidad. En el caso de los campos de desplazados, por ejemplo, las mujeres se han organizado en comités para tratar aspectos relacionados con la violencia doméstica o la poligamia, y esto ha acabado redundando en una reducción de los niveles de violencia hacia las mujeres que viven dentro de los campos”.

Cierra su intervención con una propuesta clara de trabajo para vehicular el papel fundamental de las mujeres iraquíes en la construcción de la paz: “desarrollar un mecanismo sólido para aumentar la educación superior y el nivel cultural de la comunidad; ofrecer un espacio válido donde compartir puntos de vista y experiencias; y, finalmente, dar a las mujeres los instrumentos necesarios para resolver sus problemas cotidianos”.

Layla Hamarneh (Jordania)

Es directora de proyectos de Arab Women Organization (AWO) en Ammán (Jordania). Feminista y activista política, durante cerca de treinta años ejerció como docente en los Centros de Formación de Profesorado del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Ha sido involucrada en la creación de la Alianza para el Reconocimiento de los Derechos de las Mujeres, primera red de mujeres jordanas, que incluye a 80 organizaciones de base de este país.

Según la opinión de Layla Hamarneh, las redes de mujeres del mundo árabe se enfrentan en la actualidad a un conjunto de retos sin precedentes. “Los conflictos son ahora más violentos porque los espacios democráticos se han hundido y como consecuencia existe una clara impunidad del hombre cuando se comete un crimen contra las mujeres, puesto que no se están aplicando las convenciones regionales y universales adoptadas. Carecemos de instrumentos realmente eficaces para hacerles frente”, denuncia.

Todo se ha agravado en los últimos años con la llegada constante de refugiadas sirias. Ante este desplazamiento ingente y los graves problemas que afectan a las mujeres (falta de acceso a la sanidad, a la educación y a la seguridad social, movilidad restringida, violencia), las organizaciones de la sociedad jordana, entre de ellas las entidades feministas, han tenido que asumir un papel protagonista en la promoción de servicios y soluciones, adoptando además una perspectiva de género. AWO es precisamente una de estas organizaciones.

Las refugiadas están expuestas a múltiples tipos de violencia: violaciones y abusos sexuales, prostitución forzosa, matrimonios prematuros y forzados… “Tanto las mujeres como las chicas refugiadas sufren o han sufrido más episodios de violencia en el ámbito familiar una vez iniciada la guerra”, explica Hamarneh, que añade que, mientras en casa la violencia es mayoritariamente física, en los espacios públicos es principalmente emocional, con abusos y discriminaciones constantes por su condición de mujeres. “La violencia sexual, sin embargo, es común en ambas circunstancias: dentro y fuera de casa. Los principales causantes de estas agresiones son los maridos, los vecinos o los propietarios de los espacios de residencia”.

Uno de los casos en que la activista quiso hacer especial mención es el del aumento sin control de los matrimonios prematuros. En Jordania, la edad mínima legal para casarse son los 18 años, tanto para las chicas como para los chicos, una edad establecida gracias al esfuerzo de las organizaciones feministas que batallaron duramente para establecer este umbral. A pesar de esto, los imanes, que tienen potestad para decidir en asuntos vinculados con la religión, pueden encontrar la manera de justificar, por ejemplo, el interés de una chica de casarse a los 15 años. Es bajo el consentimiento de los imanes que se producen la mayoría de matrimonios prematuros de refugiadas sirias. En 2015, estos matrimonios representaban un 35% de todos los matrimonios de personas refugiadas sirias, mientras que en 2012 el porcentaje era mucho más bajo (18%).

Acaba su discurso con un recordatorio importante: “Es urgente la adopción de un Plan de Acción Nacional para la implementación de la resolución 1325 de Naciones Unidas, tal y como han hecho ya 63 países, cinco de ellos pertenecientes al mundo árabe”.

Hanan Salman (Palestina)

Es directora de Palestinian Women Developing Centre (PWDC), miembro del Comité de Finanzas del Sindicato General de Mujeres Palestinas en Tulkarem y de la Junta administrativa del sindicato New Unions en la misma ciudad. Activista por los derechos de las mujeres en Palestina, ha trabajado desde el año 1990 como coordinadora de organizaciones de mujeres, liderando su desarrollo en los ámbitos de la política, la sociedad y la cultura.

“La población palestina vive ahogada por la ocupación israelí”. Hanan Salman iniciaba su ponencia haciendo un llamamiento al cumplimiento de los acuerdos de derecho internacionales, sobre todo los que tienen que ver con la vida y el bienestar de los niños y las mujeres.

La estrecha vinculación que se produce en el territorio palestino entre activismo político y defensa de la mujer queda perfectamente ejemplificada en la organización que ella misma dirige.

PWDC surgió en 2002 a raíz de una serie de movimientos  sociales contra la construcción del muro en Cisjordania. “En Palestina, la concienciación de la mujer tiene que ser necesariamente política, además de social”, asegura.

Según Salman, las instituciones del territorio son incapaces de proteger a las mujeres y garantizar sus derechos (explica, por ejemplo, una gran falta de coordinación y seguimiento en los casos de violencia doméstica). De aquí el papel fundamental de las organizaciones civiles que trabajan el fenómeno de la violencia contra la mujer desde un punto de vista global que afecta a la sociedad en su conjunto.

A pesar de que la cuota femenina fijada para los cargos públicos es el 20% (y desde las asociaciones se trabaja para incrementarla hasta el 30%), en la realidad sólo hay un 5% de mujeres ocupando espacios de poder político. “Este papel marginal de la mujer dentro de la sociedad deriva de muchos factores: educación, familia, cultura, poca implementación de las leyes que defienden a la mujer, etc.”. Como elemento positivo, Salman señala que se ha incrementado la presencia femenina en la universidad en los últimos años.

Coincide con Layla Hamarneh en destacar el problema de los matrimonios infantiles (la ley dice que las mujeres tienen que tener como mínimo 17 años para casarse pero la realidad es que muchas son obligadas a hacerlo con sólo 14).

Finalmente, y en clave de provisión de herramientas para el empoderamiento femenino, explica como desde su asociación trabajan para que mujeres del extrarradio y del campo se fortalezcan a nivel laboral. Lo hacen mediante el desarrollo de proyectos y formaciones que permitan a las mujeres disponer de sus propios ingresos e independencia.

Khadije El Husaini (Líbano)

Activista y experta en los derechos de las mujeres dentro del mundo árabe, es secretaria general de la Liga de los Derechos de la Mujer en el Líbano (LLWR), entidad sin ánimo de lucro que trabaja en el empoderamiento de la mujer desde el punto de vista civil, productivo y representativo. Miembro de la Confederación Internacional de Sindicatos Árabes, ha participado en diferentes congresos nacionales y regionales sobre los derechos de las mujeres.

Khadije El Husaini abrió su conferencia haciendo una radiografía de la actual situación económica y social en el Líbano. Un país que, como explicó, atraviesa una crisis económica importante, con un sector agrícola abandonado por el Estado y un sector turístico a la baja como consecuencia de la guerra en Siria y la inestabilidad dominante a lo largo de toda la región.

El tema de los refugiados centra, inevitablemente, todo su discurso. Y es que este país de tan sólo 10.452 km2 acoge actualmente a unos 750.000 refugiados palestinos y a más de 2 millones de refugiados sirios, de los cuales únicamente 1,2 millones han sido hasta ahora registrados oficialmente por ACNUR.

El 70% de las familias sirias establecidas en territorio libanés viven bajo el umbral de la pobreza. Y el 90% son mujeres y niños, que no tienen unas condiciones dignas de vivienda y sobreviven sin acceso a los suministros regulares de agua y electricidad. Un entorno precario en el cual la violencia se desata en todos sus aspectos: física, sexual y psicológica. Acoso, violaciones, explotación, matrimonios prematuros y forzados o crímenes de honor son los principales delitos cometidos contra las mujeres.

Ante esta situación, las organizaciones han presionado para que la violencia machista no permanezca impune. Recientemente, el gobierno aprobó una Ley de Protección de las Mujeres y Otros Miembros de la Familia contra la Violencia Doméstica.

Por otro lado, las refugiadas sirias son generalmente las únicas responsables de la familia, puesto que muchos hombres han muerto en la guerra o se encuentran en el paro. Entonces se ven obligadas a aceptar cualquier trabajo a cualquier precio (los empresarios aprovechan su dramática situación para ofrecerles salarios muy bajos, hecho que a su vez perjudica también a las trabajadoras nacionales, que se quedan sin trabajo).

Otra de las problemáticas del país es la existencia de 18 confesiones y 15 leyes para el estatuto personal. La inexistencia de un código civil y penal único dificulta mucho la lucha contra la violencia hacia las mujeres.

El Hussaini cerró su participación con una declaración de principios (“hay que seguir luchando y siendo valientes”) y un llamamiento muy claro: “La comunidad internacional tiene que asumir su responsabilidad en la situación de las personas refugiadas. Paremos el tráfico de armas y la intervención por parte de determinados países. Demos un paso adelante en la lucha por la justicia social y contra la guerra”.

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