El pasado 22 de febrero, Ambdrets y la Associació Catalana per la Pau convocaron a diferentes expertos para abordar los desafíos que representa la llegada de personas refugiadas, tanto desde el ámbito local y nacional, como a nivel internacional. La jornada ‘Los retos en la acogida de las personas refugiadas’ reunió en el Centro Cívico del Pati Llimona a unos cincuenta asistentes, que pudieron conocer algunos de los modelos y soluciones propuestos desde las organizaciones y las administraciones, así como el testimonio de personas que han sufrido el exilio de cerca o en primera persona.

La jornada contaba con la colaboración de la Fundació Pau i Solidaritat de CCOO y de la Associació Catalunya-Líban, y con el apoyo de la Diputación de Barcelona, la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo y el área Metropolitana de Barcelona (AMB).

La presentación fue a cargo de Maria Peix, responsable de cooperación de la AMB, y Àgata Sol, directora de Ambdrets. A continuación, tuvo lugar la conferencia inaugural, ofrecida por Jordi Vaquer, analista político y director regional para Europa de Open Society Foundations.

Vaquer abrió su discurso reclamando un compromiso más efectivo por parte de Europa en el tema de la acogida, ante la evidencia de que prácticamente todo el peso lo están asumiendo países no europeos (se refirió a casos como el del Líbano, Jordania, Turquía o Sudán del Sur). Paralelamente, analizó el fenómeno a la alza de la extrema derecha en algunos países europeos, como Alemania, Hungría o Dinamarca, y las actitudes violentas de estos grupos hacia los refugiados. Para contrarrestarlo, aseguró, lo primero que hay que hacer es fomentar “vías seguras, legales y controladas”.

Denunció también las presiones que sufren las organizaciones que trabajan en las fronteras (Italia, Grecia, Marruecos…), con ejemplos recientes como el de la activista y defensora de derechos Helena Maleno.

Según Vaquer, una de las claves en el proceso de acogida es incluir de manera activa a la población local. Además, hay que trabajar para garantizar no únicamente la seguridad o la alimentación de la población refugiada sino ir más allá y plantear desde el primer momento otras necesidades, como la educación o el acceso al mercado laboral, para facilitar la integración social.

Mónica García, directora de Red Acoge, coincidió con Vaquer en el hecho de que el sistema actual no sitúa a la persona solicitante de asilo en el centro de las prioridades. La carencia de flexibilidad del sistema, en este caso el español, provoca toda una serie de trabas y dificultades para las personas refugiadas, que se topan con una realidad que difiere enormemente de las expectativas establecidas a priori.

Incertidumbre ante la evolución de su situación administrativa (por la alta burocratización imperante), integración precaria, trabas a la hora de encontrar trabajo y alojamiento, variaciones sustantivas en su estatus social y profesional… son algunos de los principales problemas reseñados por García.

Después fue el turno de Rima Krounbi, vice alcaldesa de Arsaal. Esta población del noreste del Líbano, fronteriza con Siria, ha sido en los últimos años uno de los principales puntos de llegada de refugiados desde que estalló la guerra en el país vecino en 2011.

Krounbi empezó su intervención agradeciendo a la comunidad catalana las ayudas y los proyectos humanitarios que se están destinando al Líbano.

La realidad de Aarsal es sobrecogedora: juntamente a una población autóctona de 27.000 libaneses  viven 120.000 personas refugiadas sirias. Por si la presión demográfica fuera poca, el acceso a las áreas rural e industrial ha quedado restringido debido a la prohibición de entrada y salida impuesta desde las fuerzas de seguridad. El resultado: una situación muy complicada, caracterizada por la falta de acceso a los recursos básicos, como el agua, problemas sanitarios, etc.

Como consecuencia de ello, se han producido enfrentamientos entre la población local y la refugiada, que luchan para acceder a los escasos recursos existentes. Al mismo tiempo, aquellos habitantes que disponían de un cierto capital han sido los primeros en marchar hacia otros lugares, con la consiguiente pérdida de oportunidades de riqueza e inversiones para el municipio.

Krounbi quiso destacar especialmente el trabajo que realizan las organizaciones civiles en la zona.

La jornada se cerró con una mesa redonda que pretendía analizar, desde el punto de vista de las personas que de una u otra manera han vivido la experiencia del refugio, de qué manera se puede mejorar la acogida.

Ziad Haidar, periodista y corresponsal en Siria, habló de sus experiencias con personas refugiadas, fruto de su profesión. Denunció la utilización que a menudo se hace del refugiado como elemento de presión política y social.

Por su parte, José Luis Nvumba Mañana, abogado guineano y uno de los fundadores del Movimiento Nacional de Liberación de Guinea Ecuatorial, relató aspectos de su exilio en Cataluña. Insistió en dos necesidades: por un lado, la profesionalización de todas las personas que trabajan en temas de acogida: hace falta un conocimiento profundo del origen y la situación de los solicitantes y atenderlos de manera individualizada; por otro lado, una mayor coordinación entre administraciones y servicios, porque la situación jurídica de la persona es fundamental, puesto que en buena medida determinará su futuro.

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