La Associació Catalana per la Pau organizó la mesa redonda ‘Experiencias de lucha conjunta en el Próximo Oriente: Líban y Jordania’ en el marco de la decimocuarta edición del Fórum contra las violencias de género organizado por la Plataforma Unitaria contra las Violencias de Género, que se ha celebrado en el Espacio Francesca Bonnemaison de Barcelona.

Después de la visualización del breve documental ‘Las mujeres en el Líbano y Jordania: obstáculos e hitos’, sobre la situación actual de inequidad hacia las mujeres que se vive en las sociedades libanesa y jordana, que contó con el testimonio de dos mujeres líderes en la causa feminista en ambos lugares, las activistas y defensoras de los derechos de las mujeres Mariam Chmais, Najwa Frossine i Wala’a Nabeel expusieron la situación de la mujer en Líbano y Jordania.

A pesar de que la situación es difícil de transformar, poco a poco y gracias al esfuerzo de organizaciones como las que representan las tres ponentes, las mujeres están recuperando el papel que les corresponde en la sociedad.

A pesar de esto, tal y como explicó Najwa Frossine, todavía existen grandes barreras a superar, empezando por la representación femenina en la política. “En el Líbano, sólo seis de los 128 escaños parlamentarios los ocupan mujeres y, las que están, pueden estar allí porque han heredado el cargo de su padre, marido o familiar masculino fallecido”, denunciaba la miembro del comité ejecutivo de la League for Lebanese Women’s Rights (LLWR).

La lucha por conseguir la representatividad política se inicia con lograr la presencia de mujeres en la toma de decisiones dentro del sistema político, misión por la cual trabaja la también libanesa Mariam Chmais, miembro del comité ejecutivo de la Mousawat Associaton-Wardeh Boutros for Women’s Work (MWB). Chmais expuso, ante una sala llena de asistentes procedentes de todas las partes del mundo, el problema más grande al que se enfrenta el Líbano: la mutiplicidad de estatutos personales existente, un sistema heredado del período de la presencia francesa en el país. “En el Líbano conviven 18 confesiones religiosas y cada una dispone de su propia legislación, provocando así que la mujer sufra situaciones de violación de sus derechos diferentes dependiendo de la religión que profese”, explicaba. Por este motivo, uno de los principales objetivos de la MWB es “que el Estado recupere el papel preponderante en cuestiones civiles estableciendo un único código civil, igual para todo el mundo, que se aplique sobre todos independientemente del credo religioso”.

Una de las principales repercusiones que tiene la existencia de tantos Estatutos Personales en el país afecta directamente a la edad en la que se pueden casar las mujeres del país. Cada confesión ha establecido la edad mínima en una cifra diferente que, en muchos casos, no alcanza la mayoría de edad y que, además, cuenta con excepciones que permiten bodas que se apartan de la normativa. “Si el padre lo autoriza, una niña de 12 años se puede casar”, ejemplificó Chmais. Durante la ponencia, recordó también que las leyes internas de cada comunidad religiosa vulneran la legalidad internacional, “que el Estado libanés ha firmado”. Para la activista, la explicación que da el gobierno para no actuar contra estas situaciones es “una excusa porque dicen que lo hacen para no poner en riesgo la estabilidad y la paz entre confesiones”.

Aún y así, explicó que el Estado no tiene en consideración que, permitiendo las nupcias en edades tan prematuras, “pone una enorme presión sobre las menores, sobre niñas que en muchos casos se ven obligadas a casarse a cambio de una compensación económica a les familias, que éstas necesitan para subsistir”. Además, el número de matrimonios con menores ha aumentado de manera notoria en los últimos años, coincidiendo con la importante llegada de refugiados sirios. “Hay muchos contrabandistas que están haciendo negocio con las menores: las casan con libaneses y dan cantidades de dinero a las familias de las chicas”. Sólo en 2016, en el Líbano se contabilizaron hasta 50.000 niñas menores de edad viviendo en el país, pero de padres desconocidos.

La violencia que sufren las mujeres en Líbano también se reproduce en la esfera política. Tal y como explicó Najwa Frossine, una de las mayores injusticias a las que tienen que hacer frente las mujeres libanesas es la ley de nacionalidad vigente, aprobada en el año 1925. En el Líbano, la nacionalidad sólo la pueden traspasar los padres. Si una mujer libanesa tiene hijos y el padre de las criaturas no lo es, los hijos no conseguirán la nacionalidad, así como tampoco la puede conseguir un hombre que se case con una mujer libanesa. “Esta ley pone de manifiesto que la mujer está marginalizada en la Constitución y que la violencia legal la sustenta la ley, ayudada por el Gobierno”, criticó Frossine.

La activista miembro de LLWR también recordó que, con leyes de esta tipología, el Estado atenta contra sus propios principios: “Un artículo de la Constitución recoge que todos los libaneses son iguales ante la ley y que tienen los mismos derechos políticos y civiles, pero no es así”. A pesar de la situación de desigualdad que se vive hoy en día en Líbano, Frossine quiso recordar que el país fue uno de los primeros estados árabes en otorgar el derecho a voto a las mujeres en el año 1953. “Con el paso de los años, la situación no ha mejorado sino que ahora estamos en la cola de representación femenina en el parlamento”.

Tal y como detalló, en 2016 se publicó un ranquing sobre la presencia de mujeres en los parlamentos de 144 países y Líbano ocupaba la última posición: sólo 6 de los 128 escaños los ocupan mujeres. Según el último informe de la Inter-Parlamientary Union (IPU), el Líbano sigue en una posición residual ocupando el puesto número 185, de un total de 190, con lo que a representación femenina en el parlamento respecta; el quinto por la cola.

Por último, Wala’a Nabeel dio a conocer la situación de desigualdad que sufren las mujeres en Jordania, la cual ha vivido una victoria reciente: el año pasado, el gobierno abolió el artículo 308 de la Constitución que permitía que si un hombre se casaba con una mujer a la que había violado, se le retiraban los cargos. Aun haberse llevado a cabo este gran paso, la miembro de AWO hizo especial énfasis en el actual mantenimiento de unas tradiciones patriarcales que hacen sentir miedo a las mujeres en el momento de querer denunciar los actos de violencia a los que son sometidas. “Las mujeres tienen miedo de la violencia conyugal, y de denunciarla. A este sentimiento se le suma la vergüenza y el miedo a la reacción de la familia y de su entorno, una situación que hace que muchas no denuncien el trato que reciben”, remarcó Nabeel.

Nabeel también coincidió en señalar que uno de los problemas actuales a combatir en Jordania es la ley de la nacionalidad, similar a la del Líbano. En Jordania, además, los hijos de mujeres libanesas que no disponen de la nacionalidad estatal, tienen que enfrentarse a importantes trabas para poder acceder a los servicios de salud y educación básicos, provocando así que toda una nueva generación crezca manteniendo el régimen de privaciones hacia una buena parte de su ciudadanía. En el país, las mujeres tampoco disponen de igualdad salarial o de protección ante los casos de acoso laboral. Nabeel cerró su intervención recordando que, así como el gobierno libanés, su homólogo en Jordania tampoco respeta los tratados internacionales en los que está inscrito ya que las mujeres  no disfrutan de igualdad de derechos y son discriminadas por razón de sexo.

Las tres ponentes, defensoras de los derechos de las mujeres, forman parte de diferentes organizaciones feministas que trabajan para poner fin a las discriminaciones y a la desigualdad que impera en las sociedades actuales. Mariam Chmais es miembro del comité ejecutivo de la Mousawat Association-Wardeh Boutros for Women’s Work (MWB), una entidad feminista que, desde su fundación en los años 60, lucha para conseguir la equidad de género en la región. Najwa Frossine forma parte del comité ejecutivo de la League for Lebanese Women’s Rights (LLWR), una organización feminista, laica y democrática fundada en 1948, convirtiéndose así en la pionera en la lucha por los derechos de la mujeres en el Líbano. Por su parte, Wala’a Nabeel es miembro y responsable de proyectos de la Arab Women Organization of Jordan (AWO), organización sin ánimo de lucro que, desde 1970, trabaja para dar cumplimiento a los derechos humanos de las mujeres en Jordania y en la región mediterrania.

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